Tenía tiempo que no publicaba nada sobre mitología, otra de mis grandes pasiones.
Hoy le toca a la Doncella Perséfone.
Su Nombre
El nombre de esta diosa era ya imposible de traducir para los griegos homéricos. Su nombre original era Περσεφόνη (Persephónè), que según las antiguas traducciones significa algo así como "la que trae la muerte". Otras variantes sugieren que su nombre significa "la que trae la destrucción", lo cual está más asociado a la aniquilación del ser que a la muerte del cuerpo.
En Roma fue conocida como Proserpina, y con este nombre aparece en varios poemas.
Lo curioso es que a pesar de la dócil personalidad de Perséfone, los griegos temían pronunciar su nombre en voz alta, y casi siempre se referían a ella como Koré, La Doncella.
Perséfone era hija de Zeus y Demèter, aunque su naturaleza
siempre fue contraria a los placeres cortesanos del Olimpo. Su figura seductora
fue cortejada por muchos dioses principales, entre los cuales se destacaban
Apolo y Hermes.
Todos fueron rechazados, tanto por ella como por su madre,
quien tampoco aprobaba la compañía de estos galanes. Juntas preferían vagar por
la Tierra, lejos de hombres y dioses.
L'enlèvement de Proserpine, Simone Pignoni (c. 1650) |
Cierto día, Perséfone y sus ninfas (o como lo afirma la
tradición homérica, junto a Atenea y Artemis) se paseaban recogiendo flores
silvestres en un prado de Enna, en lo que hoy es Sicilia, cuando súbitamente la
tierra bajo sus pies comenzó a temblar, y luego a desgarrarse. De aquel pozo
infecto surgió un caballero negro en su carro de bronce, altivo en su porte y
violento como la cólera impiadosa de la tormenta. Era Hades, hermano de Zeus y
Señor del Inframundo. Así lo narró John Milton, en el libro VI del Paraíso
Perdido:
Ni ese bello campo de Enna
Donde Proserpina, recogiendo flores,
Era ella misma la más bella flor,
Y fue raptada por el oscuro Dis (un epíteto de Hades)
Con tanto dolor para Demeter
Que la buscó a lo largo del mundo.
Aprovechando el horror que su presencia imponía, Hades tomó
a Perséfone desprevenida y con ella se sumergió en los abismos del mundo.
Cuando Demèter se enteró del rapto de su hija el universo se recogió en llanto.
La creación misma parecía acompañar su dolor maternal, y hasta las semillas se
negaron a crecer, convirtiendo los campos verdes en espantosos desiertos.
La búsqueda de Demèter es uno de los pasajes más hermosos y
conmovedores de toda la mitología. Se dice que pasó nueve días y nueve noches
sentada sobre una roca, lamentándose desconsolada. Sólo pudieron verla un
anciano y su hija, que juntos caminaban del brazo. Al pasar junto a la diosa,
escucharon que ella sólo repetía la misma palabra: Perdida...perdida...
El caos del mundo llegó a oídos de Zeus, y ordenó a Hermes
que viajase hasta el inframundo para negociar la vuelta de Perséfone. Hasta
allí llegó con su lengua astuta, hábil conocedor del arte de la retórica,
confiado en que su dulce voz pondría fin al conflicto.
Se enfrentó sumiso ante el trono infernal: a la derecha se
hallaba Hades, que se erguía como un volcán envuelto en oscuras nubes, y la
izquierda Perséfone, con sus frágiles ropas desgarradas por la humillación y el
abandono.
Hermes habló de la furia de Zeus, y solicitó la liberación
inmediata de Perséfone. Hades, que conocía bien las leyes de su propio reino no
se opuso. Los ojos de la doncella brillaron ante la posibilidad de escapar de
aquel reino de desolación, pero pronto notó que sus pies se negaban a moverse,
y es que todas las sombras del infierno pueden irse si lo desean, siempre que
no hayan probado ningún bocado de aquel lúgubre recinto. Perséfone había
comido: sólo tres semillas de granada que el pérfido Hades le había
suministrado.
Es así que Perséfone debió vivir seis meses de cada año en
compañía del peor consorte que uno pueda imaginar.
La Reina de Hierro
Pero no todo era dulzura y suavidad en la personalidad de
Perséfone. Incluso en la Odisea, cuando el astuto Ulises desciende a los
infiernos, se nos habla de ella como La Reina de Hierro.
El misterio de su personalidad sólo puede vislumbrarse
mediante conjeturas, ya que nunca sabremos a ciencia cierta todas sus
sutilezas. Perséfone está asociada a los mitos iniciáticos, en dónde se
prometía a los adeptos una participación activa en la vida eterna junto a la
Doncella, quien a todos contemplaba desde su trono oscuro con ojos de hierro,
con una mirada que todo lo penetra, horadando hasta los secretos más ocultos
del alma de sus iniciados.
Ahora bien, Perséfone también significa la vitalidad y la
fertilidad. Su paso por el inframundo es un símbolo de la vida que se sumerge
en la tierra durante los meses fríos, para retornar con violencia y alegría en
la primavera.
La Piedad de la Doncella
Durante su estancia en las moradas oscuras, Perséfone sólo
mostró su piedad en una ocasión, lo cual es extraño teniendo en cuenta la gran
variedad de los mitos griegos, quienes a menudo se contradicen a sí mismos. Fue
cuando Orfeo viajó al inframundo en busca de su esposa Eurídice. Allí, ante la
mirada inconmovible de Hades y Perséfone, Orfeo ejecutó una melodía que jamás
volvió a oírse en aquel reino de terror. Sus notas fueron tan tristes que hasta
los regentes del infierno ablandaron sus corazones; y aunque el episodio
terminó mal para Orfeo, la hazaña ha quedado registrada debidamente.
(Fuente: El Espejo Gótico)
((Créditos a su Autor)) |
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